¡No al imperialismo!: Construyamos el movimiento en contra de la guerra
Irak ha sido atacado por los Estados Unidos desde 1990. Hoy, a cuatro años de la ocupación actual, Estados Unidos está siendo derrotado por la resistencia iraquí, y el pueblo estadounidense no apoya la guerra. Dadas las circunstancias, el movimiento anti-guerra debe aprovechar el momento y concretar ciertos objetivos.
Primero, acrecentar el movimiento que exige la salida inmediata de las tropas estadounidenses. Segundo, construir una política anti-imperialista y ampliar el apoyo a la resistencia iraquí. Y tercero, aumentar el costo social de la guerra en el país, sobre todo desarrollando el nivel de la militancia dentro del movimiento.
El pueblo estadounidense quiere ya la salida de las tropas. Debemos construir un frente amplio y unido contra la guerra basado en exigir la salida inmediata de las tropas de Estados Unidos. El movimiento necesita desarrollarse, ser más amplio, más profundo y más fuerte. La derrota de Estados Unidos en Irak es muy importante dentro de la política internacional. La guerra afectó mucho las elecciones de noviembre del 2006, quitándole el puesto a republicanos tanto a nivel local como en el senado. Los demócratas utilizarán la guerra como pretexto para ganar la elección del 2008, pero pondrán plazos engañosos y medidas insuficientes para acabar la guerra.
Ni los republicanos ni los demócratas concretarán la salida de las tropas de Irak en el futuro cercano pues está en juego el poder y el prestigio de los monopolios capitalistas que gobiernan los Estados Unidos; la derrota en Irak será un durísimo golpe. Algunos, incluso muchos de la base del Partido Democrata, esperan que el próximo presidente termine la guerra. Lo más probable es que si la salida de las tropas exigida por el pueblo no se concreta por ambos partidos, el levantamiento popular crecerá y la conciencia política de las masas aumentará.
Este cambio y giro en la conciencia popular conduce a la necesidad de un movimiento anti-guerra independiente de los partidos políticos de los ricos. Para ensanchar el movimiento, y combatir la influencia de los partidos burgueses en la línea política de nuestro movimiento, debemos profundizar la organización anti-guerra dentro de amplios sectores de sociedad, tales como lugares de trabajo y entre la gente oprimida.
Nuestra política debe ser firmemente anti-imperialista. La clase dominante se encuentra dividida en cómo proceder en Irak. El movimiento anti-guerra no debe ceder al razonamiento de la clase dominante.
No nos oponemos a la guerra porque el poderío y prestigio estadounidense están comprometidos por la derrota militar de los EE.UU., ni porque Irak ocupado se ha convertido en “un foco terrorista.” No nos oponemos a la guerra porque nos afectan los problemas de la industria de petróleo, ni nos preocupa el éxito del régimen pro-estadounidense en Bagdad.
Nos oponemos a la guerra porque es una abierta agresión para someter a Irak política y económicamente, mientras los objetivos intervensionistas avanzan en Oriente Medio, región clave para el imperialismo.
Mientras que el movimiento anti-guerra se centra en Irak, debemos también responder a la reformulación de la región de Oriente Medio a servicio de los intereses corporativos de Estados Unidos. Las amenazas contra Irán y Siria deben ser confrontadas; debemos desafiar la ayuda a los gobiernos reaccionarios en Oriente Medio, y denunciar la colaboración de Estados Unidos con Israel. La ocupación israelí por 59 años de Palestina debe ser denunciada. Mientras, las décadas de la lucha palestina por su tierra, soberanía y el derecho al retorno a su país siguen inspirando a patriotas a través del mundo árabe que continúan luchando por su propia liberación.
La resistencia iraquí renueva la lucha árabe contra el imperialismo. Los combatientes iraquíes de la resistencia son patriotas, luchando por la independencia de su nación. Apoyamos la resistencia iraquí como lucha nacional legítima de liberación que merece nuestro respeto y ayuda.
La resistencia iraquí hace imposible que la ocupación establezca su firme control en Irak. Es la resistencia la que traerá paz y justicia a Irak, derrotando a los EE.UU. Y la resistencia iraquí debilita a los imperialistas en todo lugar, sobre todo en las luchas aquí en el ámbito nacional.
Aumentar el nivel de la ayuda política para la resistencia es importante, pero no es la base de la unidad en el movimiento anti-guerra. La ayuda más grande que podemos dar a la resistencia iraquí es atar las manos de sus enemigos construyendo un movimiento fuerte contra la guerra.
El sentimiento popular está del lado del movimiento anti-guerra; nuestra tarea es elevar el costo social de la guerra. O sea que hay que confrontar a individuos y a las instituciones de la elite que se benefician con la guerra, y concretar acciones que evidencien el costo de la guerra al pueblo estadounidense.
Cuanto más se prolongue la guerra, crecerá el levantamiento popular y aumentará la conciencia política, fortaleciendo al movimiento. El movimiento anti-guerra estudiantil ganará fuerzas sobre todo hacia el final de la presidencia de Bush, cuando el pueblo advierta la oportunidad para un cambio político, y la militancia política aumente.
El movimiento anti-guerra se ha limitado a las manifestaciones masivas permitidas demasiado tiempo. Las grandes marchas no pararán la guerra por sí solas. Ahora es el momento de la desobediencia civil, la acción directa y las protestas en las calles para sacudir al sistema y combatir la opresión. Con esta clase de confrontación, podemos hacer más para atar las manos de los fabricantes de la guerra, y debilitarlos en su guerra criminal contra el pueblo iraquí. De esta manera, el movimiento anti-guerra de hoy de EE.UU. puede contribuir a acabar la guerra contra Irak.
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