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¡Bush, Wall Street, Manos Fuera del Seguro Social!

By Adam Price

San José, CA – Durante los últimos cuatro años, los pensionados han tenido que enfrentar ataques en dos frentes. Por un lado las compañias los despojan de sus planes de seguro médico y pensiones, y por otro, con la caida de la bolsa, el valor de sus pensiones (conocido como “plan 401 k”) se ha reducido significativamente, obligando a muchos a trabajar.

La administración del Presidente Bush ha dado a conocer sus planes de iniciar la privatización del seguro social creando cuentas de inversiones personales con los fondos que hasta ahora habían sido destinados a las prestaciones sociales. Dicho plan le permitiría a Wall Street recaudar hasta 15 billones de dólares por año por manejo y asesoría de las cuentas.

Como se sabe, el seguro social es la base para las pensiones de la mayoría de los trabajadores. Se estima que dos tercios de los ancianos reciben más de la mitad de sus ingresos del seguro social y que el 90% del ingreso de un tercio de ellos depende del seguro social. El seguro social asegura además a las familias de los pensionados y a personas permanentemente discapacitadas; de hecho un 30% de las pensiones que otorga el seguro social cubre a personas no pensionadas. Es un programa eficiente, considerando que menos del 1% del total de los impuestos se destina a costos administrativos.

De la misma manera en que la administración Bush utilizó la supuesta amenaza de las armas de destrucción masiva para ganar apoyo para la invasión y ocupación de Iraq, así también creó el mito de que el seguro social quedará en la bancarrota y por esa razón no podrá beneficiar a los trabajadores de hoy.

Si en verdad los cálculos oficiales son correctos y no se efectúa ningún cambio en cuanto a impuestos o prestaciones, el seguro social contará con suficientes fondos para 38 años más. Entonces o se efectúa un recorte de un 25% en las prestaciones o se aumentan en un tercio los impuestos a la nómina de los trabajadores.

En la actualidad los impuestos sobre la nómina de los empleados es de un 12%, con éste se paga el seguro social a los beneficiarios. La mitad proviene de las contribuciones de los trabajadores y la otra mitad proviene de la compañía que los emplea; por consiguiente, los fondos que se deducen del salario del contribuyente habrían aumentado del 6% a un 8% en 40 años.

Los cálculos oficiales son tan poco creíbles como la evidencia de las armas de destrucción masiva. Dichos cálculos se basan en el supuesto de que el número de inmigrantes se vería reducido y de que el crecimiento económico sufriría una baja de más de la mitad, hasta un nivel inferior al de los años que precedieron a la guerra civil cuando la economía estadounidense era eminentemene agrícola.

Quienes apoyan la privatización del seguro social actúan con una doble moral cuando argumentan que el seguro social quedará en la bancarrota porque la economía decaerá de forma dramática, a la vez que prometen un aumento del valor de las acciones de la bolsa basándose en épocas pasadas cuando la economía tuvo un crecimiento a pasos agigantados. La bolsa de valores nos quiere hacer creer que nuestras inversiones aumentarán en la misma medida que el precio promedio de las acciones (aproximadamente un 10% por año en los últimos veinte años). Sin embargo, el inversionista promedio sólo obtuvo gananacias entre un 2% y un 3%, lo cual no es suficiente ni para compensar por la inflación debido a que las gnancias por el alza de las acciones de la bolsa benefician principalmente a la bolsa, y a ejecutivos y demás personas influyentes que manejan el sistema.

La administración Bush oculta el hecho de que hasta una parcial privatización del seguro social tendría un costo de uno a dos trillones de dólares, debido al hecho de que el sistema del seguro social se sostiene gracias a las contribuciones de los trabajadores. Es decir, con las contribuciones que realizan los trabajadores de hoy por medio del pago de sus impuestos, se paga la seguridad social de los pensionados de hoy. Los fondos que se destinen a las cuentas de inversiones privadas tendrían que cubrirse ya sea con aumentos en los impuestos, préstamos, o con la reducción de las prestaciones sociales.

Los fondos del seguro social sufrirán una caída cuando la generación de aquellos que nacieron en la era posterior a la gran depresión y a la segunda guerra mundial (los “baby boomers”) se pensionen en los próximos cinco años y acaben con los fondos del seguro social, el cual cuenta actualmente con un trillón y medio de dólares. Sin embargo, el problema de la solvencia del seguro social a largo plazo se podría resolver de manera significativa si se expandiera la base de los impuestos. Hoy por hoy, el seguro social se sostiene por medio de un sistema regresivo de impuestos a los salarios menores de $87,900. Cualquier ingreso superior a dicha cifra y cualquier ingreso derivado de bienes raíces, bonos, acciones u otro tipo de inversiones no paga impuestos. Sería más justo que el impuesto del seguro social se aplicara a todo ingreso pues así obligaría a pagar impuestos a los que reciben buenos salarios y a los ricos, además de que aumentaría los fondos con que cuenta el seguro social en más de un 20%. De ser adoptada hoy, esa medida generaría suficientes ingresos para solucionar el problema de la disminución en los fondos del seguro social, aún sobre la base de los cálculos oficiales. No obstante, el presidente Bush y el partido republicano trabajan en favor de los ricos y jamás adoptarían esa medida. Por tanto debemos crear conciencia entre los trabajadores sobre el mito de la bancarrota del seguro social y organizarnos para combatir a la administración Bush y a Wall Street que nos quieren despojar de nuestro seguro social.

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